YO NO PUEDO SER DOS
Durante la tarde de ayer, se presentó en el Auditorio Alfredo Kraus de Majadahonda, en un emotivo acto, el nuevo libro editado por Saralejandría: YO NO PUEDO SER DOS. Los padres se divorcian, los hijos no, escrito por Lucía del Prado, presidenta de la Fundación Filia, organización creada en 2011 con el objetivo de dar voz y concienciar sobre los efectos gravemente perniciosos, y muchas veces irreversibles, que causa en los hijos menores la animadversión y el rencor con que frecuentemente se relacionan algunos progenitores antes, durante y después de los procesos judiciales de la alta conflictividad familiar.
Al acto presentado por el actor Pedro Rollán, han asistido cerca de 200 personas y ha contado con la presencia de Javier Urra, psicólogo forense y Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid y José Miguel Gaona, psiquiatra forense y profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad Juan Carlos I, y de Teresa Cañedo-Argüelles, presidenta del Comité de Proyectos 2018 del Rotary Club de Majadahonda.
Para Lucía del Prado, es importante darles voz a estos hijos porque “para mí, mis padres son mi norte. Soy quien soy gracias a mis padres. A los dos. Yo estoy aquí porque alguien ha creído en mí. Es una lástima que por cuestiones políticas e ideológicas los conflictos se dilaten con el tiempo y no se respeten los derechos de los niños”. Asimismo, Teresa Cañero del Rotary Club ha afirmado que “Los hijos son innegociables. El verdadero respeto a los hijos está en la libre circulación de los afectos, a su padre y a su madre. Que no tengan la obligación de desdoblarse a sí mismos”. Por último, José Miguel Gaona en su intervención reiteró la importancia que tienen los padres para el desarrollo del niño: “La pareja constituye la base de estabilidad emocional de nuestros hijos”.
Un libro con la voz de 12 testimonios
En YO NO PUEDO SER DOS. Los padres se divorcian, los hijos no, encontramos 12 testimonios, 100% anónimos, de hijos de diferentes edades afectados por divorcios de alta conflictividad, donde relatan cómo lo vivieron, que secuelas han padecido y en qué momento se encuentran a día de hoy. Muchos de los casos se han resuelto satisfactoriamente, pero otros todavía están en proceso de solución. Asimismo se han complementado con apartados dedicados a entender la problemática en que se ven inmersos los hijos y recomendaciones basadas en la experiencia de la Fundación Filia, una entidad que recibe una media de 6.000 peticiones al año a través del Teléfono de Ayuda de padres, madres e hijos en situación de divorcio conflictivo.
Divorcios de alta conflictividad
Más de 100.000 niños al año en España son maltratados psicológicamente debido a las separaciones y divorcios conflictivos de sus padres.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística publicados este mes de septiembre de 2018, durante el año 2017 se produjeron 102.341 casos de nulidad, separación y divorcio, lo que supuso una tasa de 2,2 por cada 1.000 habitantes. Los divorcios representaron el 95,7% del total, las separaciones el 4,2% y las nulidades el 0,1% restante. El número de divorcios aumentó un 1,2% respecto al año anterior, mientras el de separaciones disminuyó un 1,7% y el de nulidades un 14,5%.
Según clase, el 77,2% de los divorcios en el año 2017 fueron de mutuo acuerdo y el 22,8% restante contenciosos. En el caso de las separaciones, el 83,8% lo fueron de mutuo acuerdo y el 16,2% contenciosas.
Por tipo de resolución, 65.799 casos se resolvieron por sentencia y 36.542 por decreto o escritura pública.
Se estima, por parte del sector profesional incumbido en situaciones de esta naturaleza, que los casos de disolución matrimonial absorben el 90% de los recursos del sistema judicial. De ahí, su demora en resolver los procedimientos, acumulando más víctimas de niños cada año.
El nivel de conflictividad parental se refleja en las acciones judiciales, no ya la original y principal del propio procedimiento de divorcio, sino en las innumerables denuncias y expedientes de ejecución de sentencia que se producen por temas de patria potestad, custodia, incumplimiento del régimen de visitas, impago de alimentos, desacuerdo sobre gastos extraordinarios, atribución o su cesación del domicilio. Los constantes litigios, en sede judicial o no, constituyen la prueba rotunda y definitiva de la alta conflictividad que atraviesa una familia divorciada.